viernes, 8 de julio de 2011

oscuro silencio

Durante la noche, un nuevo aire baja a la tierra y se transforma en la guarida de un hombre que pasea y respira. Ahí en ese silencio que procura la oscuridad, salen a flote todos los miedos y algunos se pueden alcanzar. Si es así, el hombre mientras respira, puede palpar el miedo, cogerlo, desmenuzarlo, olerlo, reventar en llanto o en grito saber después de la relatividad y transformarse en el hombre del día siguiente.
Y en un próximo atardecer, con un miedo menos, podrá explicarnos su pequeña historia.
Durante otra noche el aire se queda formando una nube cálida por encima de las casas y ofrece no una guarida para las certezas, sino un escondite donde dar rienda suelta al desenfreno de las emociones que no deben ni pueden canalizarse por los caminos de la razón.

Expansión pura, comunicación desordenada y real. Descanso del miedo y oxígeno para el hombre del día siguiente. Perseguirá más noches escondidas, y las hay, pero casi nunca aparecen si son buscadas.
Encontrará aún otra noche donde el aire envuelve sin hacerse notar, arropa discreto mientras el hombre contempla lo que pasa y, meciéndose en lo exterior, sus adentros se aflojan preparados para la transformación. Sus noches suaves, olvidadas del tiempo, vividas con consciente placer.

Estar ahí y sentir que ahí debes estar.
Estos y otros estados trae la oscuridad, gran dama de la noche que arrastra consigo el silencio, la presencia del aire, el miedo y su refugio.

sábado, 2 de julio de 2011

cerrar los ojos

Debo cerrar los ojos
porque me ciega el tiempo y no distingo
lo que pasó esos años.
Luis García-Camino Burgos